sábado, 21 de enero de 2017

Ni una menos

Por Daniel Link para Perfil

Baja una serie nueva que mira intermitentemente mientras atiende otros asuntos igualmente triviales. Se trata de Sweet vicious, donde dos muchachas emprenden una cruzada justiciera contra violadores en campus universitarios estadounidenses.
Se queda pensando en el asunto y se da cuenta de que, por lo general, lo que se escucha es el punto de vista de las víctimas.
En algún sentido eso no alcanza para comprender la persistencia de esa barbarie específica ni la función de ese ritual en la economía libidinal del capitalismo global. ¿Por qué se viola?
Recuerda una visita al elegantérrimo Darmouth College, que tiene uno de los índices más altos de violaciones dentro del campus. ¿Quiénes se forman allí? Principalmente, quienes irán a trabajar a Wall Street, la crema y nata del capitalismo financiero.
En Harvard (donde está ambientada la serie que desencadenó su pensamiento) se forman en primer término los abogados que definen no sólo las relaciones jurídicas de vida, sino las condiciones de la explotación capitalista.
El punto de vista del violador podría explicarse a partir de un “No es para tanto..”. La violencia ejercida para demostrar una relación de poder a través del sexo, la cosificación del otro, es un íntimo ritual necesario para insensiblizarse en relación con todos aquellos a los que, periódicamente, el capitalismo arroja en la desesperación (2008, etc.). Las Fraternidades son escuelas de crueldad en las se forman los psicóticos americanos de mañana, los hombres de los negocios y la política.

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