sábado, 1 de octubre de 2016

La Revolución secuestrada

por Daniel Link para Perfil

Estoy en Catalunya, a punto de inaugurar una reunión de un grupo de investigadores argentinos del que formo parte, pero no puedo olvidarme de Galicia, donde aprendí tanto. Hace unos días, una señora gallega nos llevó a visitar el mirador da Raíña Dona Urraca, en Lobeira, donde había un castillo que fue destruido en la Revuelta Irmandiña (entre 1467 y 1469), liderada por la Santa Irmandade, por razones tan obvias (hambre, abuso de poder, corrupción) que no hace falta detenerse en ellas. Durante el paseo, discutimos la verosimiltud de la leyenda que afirma que hay un tunel que unía el castillo con el centro de Villagarcia de Arousa, al pie del monte. 
En un momento, Lolita dijo, mirando el horizonte: "por aquí también anduvieron los moros. Hicieron lo que quisieron... Como ahora". 
En su perspectiva temporal, nuestro siglo es continuación directa del siglo XV. No envidié su morriña, pero sí, un poco, su Soledad Primera, porque ella parecía estar recitando los famosísimos versos de Góngora: "Era del año la estación florida/ En que el mentido robador de Europa/ —Media luna las armas de su frente,/ vY el Sol todo los rayos de su pelo—,/ Luciente honor del cielo,/ En campos de zafiro pace estrellas". 
Habitualmente, los comentaristas de Góngora celebran o condenan su sofisticado uso de la metáfora para indicar, como en este caso, que era la primavera, cuando Tauro (Zeuz, transformado en toro blanco, rapta a la muchacha fenicia de Tiro por la que estaba loco de deseo, y la lleva a Creta) rige en el firmamento. 
Pero el texto también postula un geografía política, porque la medialuna y los campos de zafiro estaban en las banderas bélicas del Imperio Otomano, que fue siempre el temido robador contra el cual Europa construyó su identidad moderna. Las Soledades fueron escritas en 1613, el mismo año en que la armada española enfrentó con éxito a la flota otomana en la batalla del Cabo Corvo (el mayor triunfo hispánico sobre el Imperio otomano desde la batalla de Lepanto). 
Como fuere, para Lolita no había pasado el tiempo o el tiempo pasado había secuestrado, tachado, incinerado y olvidado ese otro enemigo contra el cual se construyó la Europa moderna, y que domina el siglo XX (un siglo que prescindió del enemigo imaginario musulmán): la revolución y la revuelta. 
Para nosotros era muy importante reunirnos en un lugar como el Ateneu Candela (anarquista), porque este año se recuerdan los Procesos de Montjuïc, gran golpe represivo contra el anarquismo catalán luego de los atentados del 7 de junio de 1896 contra la procesión del Corpus. 
Cuatrocientas personas fueron detenidas y 87 de ellas fueron sometidas a proceso militar, mediante testimonios obtenidos mediante torturas ordenadas por el teniente de la Guardia Civil Narciso Portas. Ésas, y no aquéllas, son nuestras batallas.


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